Un lugar donde estar, un lugar donde
ir... (catálogo)
ZULEMA MAZA
Fundación Banco Patricios 1996
Buscar un lugar
Texto:
Jorge Lopez Anaya
Desde hace algunos años, Zulema Maza,
quien obtuvo notable prestigio como artista grabadora, se ha inclinado hacia la
instalación.
Con obras de este genero ha figurado en múltiples
exposiciones realizadas en el Museo Nacional de Bellas Artes de Buenos Aires,
en el centro Cultural Recoleta y el Palais de Glace.
En varia ocasiones, su obra integro muestras en Brasil,
Italia, México, París, Washington, etc.
En esta
oportunidad presenta, en la Fundación Banco Patricios, una instalación de
grandes dimensiones, con el título: Un lugar donde estar, un lugar donde ir. La
artista, según sus declaraciones, tematiza una problemática actual: “El
desconcierto de los hombres que no saben a donde ir, pues se han perdido los
grandes valores que reinan la cultura.
La gente está desconcertada, buscan nuevos caminos, nuevas
posibilidades.”
Como en las anteriores obras, también
en esta ocasión los animales y las aves son protagonistas significativos. un
conjunto de liebres blancas, pájaros y palomas, concentran el funcionamiento de
la obra. Pero estos “personajes” están ubicados en una “escena”. Actúan según
un rol determinado: sesenta liebres (modeladas y vaciadas en resina poliéster)
corren hacia todos lados, como huyendo de algo; las palomas, de similar
material, reposan en otra zona de la sala, debajo de una protectora estructura
metálica iluminada (como en los criaderos). En uno de los muros, un conjunto de
hombrecillos desnudos trepan, como en la “montaña humana” de los circos,
buscando alcanzar algún destino que parece estar arriba.
Complementan el espacio “escenográfico” una estructura con
casilleros geométricos idénticos que albergan a varios pájaros, y dos maquetas
de casas blancas. Estos objetos parecen hablar del orden, de la protección de
los valores perdidos.
Los medios que Maza emplea en ésta obra son expresamente
cool.
Nada muestra procesos interiores, ni situaciones agresivas,
ni acciones políticamente significativas. Sin ningún género de reticencias. La
artista establece una distancia con el yo, con el universo individual, velando
la expresión y el gesto. El tema de la obra de Maza aparenta ser ecológico; así
fueron interpretadas muchas veces sus obras “sin embargo, abstraído de su
formulación literal el conjunto apunta, con nostalgia “y con esperanza de una
lógica nueva” al mundo herido por la amenaza del nihilismo cumplido o del
Apocalipsis milenarista. La instalación, en definitiva se refiere a nuestra
modernidad tardía – que Lipovesky denominó con acierto “era del vacío” -, un
proceso caracterizado por “la cultura sin deber” por el individualismo y el
narcisismo, por la derrota de las “religiones seculares” y la violencia hard,
por la indiferencia pura y elemental
Jorge Lopez Anaya
Crítico de arte
Diario
La Nacion
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