Luces y Sombras
Zulema Maza
Julio-agosto 2006
Fundación Mundo Nuevo
La mujer y el bosque
exto catalogo: Rosa María Ravera
Esta
exposición de Zulema maza en Mundo Nuevo nos lleva a apreciar lo que es un
desarrollo de imágenes en devenir, en camino continuo y espectacular en blanco
y negro. Es el sucederse de significaciones que se conectan, abierta o
implícitamente, para disociarse y volverse a vincular en la apertura de
escenarios múltiples, siempre a la búsqueda de un sentido plural y englobante.
Si se quisiera aludir a una temática hablaríamos, a no dudarlo, de lo femenino
y de sus transformaciones. Series que derivan en etapas, giros laberínticos y
transiciones en los que habrá que hallar las pistas y la clave.
Como nos
enseño la textualidad discursiva, la elección de los recorridos corre por
cuenta nuestra. Iniciamos en consecuencia una dirección: el desfile. La
continuidad de imágenes es atrapante. Charme, refinamiento y lujo sin
discusión, aunque algo de inmediato mixtura el sentido y desdice la posibilidad
de una lectura unívoca. No hay un solo código, la gracia se ha tornado cifra,
el encanto femenino se convierte en mujer-emblema con símbolos inequívocos,
israelíes, Arabes y cristianos entre otros. El cuerpo es vestimenta y lo que
esta lleva es diseño, ornamento y escritura.
Estas mujeres
símbolo no llevan un signo homogéneo, por cierto. Vemos el descubrirse de un
busto, un seno que es corsé. No hay cuerpo. Comienza a insinuarse la sospecha
de que el aparecer no es el ser (si de este podemos hablar en la ficción) Lo
que se muestra de seducción inquietante, quizá encierra un significado que
trasciende lo sensible. En el arte de Zulema hay siempre algo mas de lo que se
ve. Es lo que ella percibe como núcleo del universo: el alma del mundo, verde,
femenina.
En la imagen
titulada -Figura I- la mujer exhibe en su pecho, el follaje de un bosque. Aquí
nos parece haber llegado a lo esencial; aquella mujer-modelo, aquella
femeneidad-maniqui, es ahora si, un cuerpo identificable con la naturaleza. Es
la autenticidad mas profunda de Zulema.
Ahora
preguntamos ¿quienes asisten a estas transformaciones? Nosotras sin duda
alguna, pero no solo. Pronto advertimos la multiplicidad de miradas que adornan
una notable diversidad de semblantes femeninos. Otra serie de imágenes son
rostro de acentuada individualidad y dispar belleza que ostentan, en ocasiones,
un marcado trazo negro; no se trata de un elemento plástico puro sino de una
luna que se repite y alterna sus combinatorias delatando un desconocido origen
intertextual. Algunos semblantes nos apelan directamente. Así lo evidencia la
dirección de la mirada que remite a la nuestra, pero una vez mas surge la
sensación de que esas miradas se direccionan y entrecruzan con otras ausentes y
presentes mediante un sutil hilo que todo lo envuelve a través de escenas
simultaneas y sucesivas en continuidad barroca. No se trata únicamente de un
clima psicológico sino de una energética que circula en un espacio a la vez
individual y universal. La serie Perfume de mujer produce en la penumbra el
encuentro de el y ella..
La anticipada
multiplicidad de perspectivas cobra presencia inédita en la visiones del campo
– reminiscencia de experiencias infantiles- y en la del invernadero. Se
observan originalisimos contrastes de blanco y negro en significativa
simplificación. El invernadero, ámbito de combustión y alumbramiento del
sentido ofrece ese doblez de enigmática visibilidad.
La oposición
de lo campestre y lo urbano (Jardín Botánico de nuestra ciudad) impacta en una
muestra que exhibe la heterogeneidad de narrativas y contextos, la
conflictualidad de situaciones mundiales ( Occidente y Oriente) y a nivel
cosmológico, de lo humano y lo natural que aquí se concilian e identifican.
Todo subyuga en el crecimiento de los bosques, el silencio de la llanura y la
arboleda y la plasticidad de imágenes femeninas que son y no son lo que
aparece. El “Angel” es una de ellas. Su ascesis inteligible, con el cuerpo
configurado con ojivas góticas es un
ejemplo. Hay otros, descubrirlos es la tarea de la lectura
Rosa María Ravera
Presidente de la Academia Nacional de Bellas Artes de Buenos Aires