miércoles, 3 de octubre de 2007

Curriculum Seleccion

Artista Argentina, trabaja desde principios de los años 80 desarrollando técnicas de grabado experimental. A partir de la década del 90 realiza instalaciones en museos y centros culturales en su país y en el exterior. Participa en numerosas Bienales Internacionales de Gráfica y en muestras individuales y colectivas, como el Museo de Bellas Artes de Bs.As. Museo de las Artes de Guadalajara, México. Museo Sofía Imbert de Caracas, Venezuela, Museo de Arte Contemporáneo de Chile. ARCO, Madrid. Galería Alvaro Castagnino Bs. As. Fundación Mundo Nuevo Bs.As.entre otros. En los últimos años incorpora el arte digital en sus obras a través de imágenes fotográficas que imprime con técnicas de transferencia manual o en impresiones fotográficas intervenidas. Ganadora del Premio de Honor en la Trienal del Cairo Egipto 2006 y del Gran Premio de Honor del Salón Nacional de Grabado 2005 Bs. As. Argentina, en 2002 obtiene el Premio Leonardo del Museo Nacional de Bellas Artes en Arte Digital. En 1993 el 1°Premio Municipal Manuel Belgrano Bs. As. Argentina y en 1994 el Premio en Arte Experimental de la Asociación Argentina de Críticos de arte Bs. As. Argentina. En 1995 obtiene la Beca Miro en Grabado en Barcelona España. En 1992 y 2002 el Diploma Konex de Argentina por su trayectoria en las décadas 1982-1992 y 1992-2003 en Técnicas Gráficas entre otros

Art Nexus Nelly Perazzo

Revista Art Nexus dic. 2006
Texto: Nelly Perazzo

Luces y sombras
Fundacion Mundo Nuevo
Buenos Aires Argentina

Resulta hoy fuera de lo común que una exposición llame la atención por su belleza, pulcritud y refinamiento.
La posición de la autora Zulema Maza, ya en los grabados e instalaciones que realizara anteriormente, ha sido siempre la de sugerir reflexiones plenas de complejidad y agudeza.
Su obra actual, detrás de su evidente seducción, acucia al espectador, que se ve obligado a abandonar cualquier interpretación banal para internarse en los vericuetos de una conexión indeterminada, pero profunda, con nuestro tiempo.
A través de estas imágenes tan armoniosas, la intranquilizadora y conflictiva condición del mundo actual se filtra por inesperados senderos
¿Sigue teniendo mujer y naturaleza esa estrecha simbiosis de defensa de la vida en su sentido mas originario como la obra en la que mujer y fronda se mezclan?
Y el invernadero destinado también a preservar la vida, porque se cubre amenazante en trágica relación de ocultamiento y muerte?
Estas fantasmaticas series de mujeres artificiosamente bellas, lejanas, casi irreales, tan ausentes de las tragedias de hoy, exponen sin embargo diseños israelíes, Arabes y cristianos en el diseño de sus vestimentas o reemplazan sus cuerpos elegantes como vacíos. Son dos mundos opuestos, implicados a través de sutiles alusiones.
Ellas parecen flotar en un espacio paralelo del cual ha quedado fuera el dolor y la sangre.
La artista modifica con la técnica, tanto de fotografía, como de impresión gráfica y dibujo, esos rostros femeninos de mirada intensa. Subraya la importancia de los senos en una sociedad que valora hasta el caricaturismo lo cuantitativo y no duda en sacrificar a la mujer a ese modelo de belleza.
Maza fascina con lo que fascina. Madre de tres mujeres tan actuales como diferentes entre si, se asoma y analiza continuamente, descubriendo facetas nuevas y distintas de la femineidad. Intenta la preservación con su afecto, como los invernaderos y se define definiéndolas.
En ese desvío de la mirada de lo meramente formal que propone, intenta conjugar lo poético con su experiencia del combate que la mujer de hoy conlleva entre su realización profesional y la exigencia del esplendor, belleza y juventud.
Esta es una muestra cuyo montaje conforma una gran instalación, una muestra que en su propuesta de recorridos y lecturas genera un clima muy especial.
La utilización exclusiva de blancos, negros y grises contribuye a esa sensación de entrar a un ámbito pleno de belleza, bien depurado y sin concesiones.
Esta artista no admite el desborde.
El terror de lo siniestro invadiendo los invernaderos como fuentes preservación de la vida es minimalista y riguroso.
La sensualidad es intelectual y distante.
La autora aboga por la posibilidad de detenerse ante la belleza, la levedad, la gracia; aun en medio de las arrasadoras atrocidades de esta época

Nelly Perazzo
Académica de Numero
Academia Nacional de Bellas Artes de Buenos Aires



Art Nexus Elena Oliveras

News & Views
Art Nexus No. 46 - Dec 2002
Texto: Elena Oliveras
Todo Jardín Centro Cultural Recoleta

Zulema Maza is one of the most creative Argentine artists around today. Emerging from printmaking, field in which she won the Gran Premio Municipal, she later moved on to make installations. Some memorable ones are Finito-Infinito (Finite-Infinite) and Los pescadores (The Fishermen), held at the Museo Nacional de Bellas Artes, Buenos Aires, and Un lugar donde estar, un lugar donde ir (A Place to Be, A Place to Go), held in the Museum Sofía Imber, in Caracas.
The exhibit she just held at the Centro Cultural Recoleta is another proof of her professionalism, which opens itself to the possibilities found in other disciplines. The group of works shown has a deep impact due to the variety of stimuli it proposes the spectator and the non-conventional materials used, giving the exhibit an unitary meaning.
It’s not a feminist exhibit. It’s the exhibit of someone who’s making esthetic proposals around reflections on contemporary women. Clothing, social roles, eroticism, and emotional turbulence are presented in different ways, some more lyrical, others more scenographic.
El desfile (The Parade) presents a series of nine models who confront defiantly the public, as if they were talking about themselves. They are digital photos transferred on to paper through mixed technique. All the figures have a flower, alluding to an interior life that has the possibility of growth going beyond the visible or the place where one puts herself or she is placed by society.
Strewn before the models are black embroidery dresses, as if they were tossed during the fashion show.
There’s another series of digital photographs of prostitutes. On the floor are bodices covered with acrylic and placed over a mirror. The mirror reflects an element pointing at the heart, and there’s an image than could be linked to genitalia. Glued on like a nametag on the acrylic, there’s a toll-free number for phone sex. This allusion linking the heart and genitalia is repeated in almost all the feminine figures.
The Creencias (Beliefs) series shows four female faces. Each one superimposes transparently a cross, a star of David, a moon, and a bandage covering the mouth.
This show is made by a woman who speaks from a sensitive and deep space. It’s an inward gaze, similar to the one found in Sonrisa de una noche de verano (A Midsummer Night’s Smile), where the plaster head of a woman with her eyes closed is listening to her inner world through earphones.
The light box titled Vuelo (Flight) also evokes the possibility of inner expansion. On the bottom of the box there’s a figure with black flowers; above it there empty space. The idea of mourning, provided by the black flowers, is also found in Brisas (Breezes), a series of black fans being waved by white hands.
The show’s central space has been resolved in black and white. Color is found on the outside, on the guides made with ivy leaves accompanying the mannequins dressed with sexy lingerie and dark layers, on in La jaula (The Cage), an enigmatic allusion to a painting by Magritte, where also there’s something held prisoner and something that can take flight.
This conceptual base is made explicit in a pair of works titled El dos (The Two) and El tres (The Three), acknowledgements of multiple roles. In El clon (The Clone), a woman has been serialized, mass-produced as demanded by stereotypes.
Completing the show there’s a 10-minute video in which Marisol, a nine-year old girl of popular origin, talks tirelessly and hurriedly about her reality, the things that happen to her, the limits of her world, and her expectations. The repeated phrase marking her discourse is, Pero yo no quise, Pero yo no quise (But I didn’t want to, But I didn’t want to). She closes her dream of being a model or a singer with a powerful ¡Qué le va a hacer, la vida es así! (What are you going to do about it? Such is life!), showing the other side of the coin.
All of Zulema Maza’s work is a call for attention regarding human beings and their integrity. It’s always searching for a meaning to unmask and destroy simulacra in order to reflect and demand a higher degree of humanity.
In this show, the artist inquires into contemporary Eve on a wavelength where the extremes of women as the devil’s door or as a goddess have diluted, and both her presumed malefic perversion and her divinized and unrealistic figure are redeemed.
There’s something morbid and lyric in the way some roles of female eroticism are reviewed in today’s world. There’s the version that the media frequently has schematized, falsified, or emptied the female figure. Isn’t it true that the calculated spectacle and the reiteration of exhibitionism don’t turn the power of Eros into something banal, instead turning its biological force into something artificial but above all, manipulable? The exhibit’s title, Todo jardín (reverdecerá) (All Gardens [Will be Green Again]) indicates a gaze that goes beyond appearance. Is it also a hope, a promise for the future?

Elena Oliveras,
Critica de Arte
Buenos Aires
La mujer y el bosque
Texto catalogo: Rosa María Ravera
Luces y Sombras
Fundación Mundo Nuevo
Buenos Aires julio de 2006.


Esta exposición de Zulema maza en Mundo Nuevo nos lleva a apreciar lo que es un desarrollo de imágenes en devenir, en camino continuo y espectacular en blanco y negro. Es el sucederse de significaciones que se conectan, abierta o implícitamente, para disociarse y volverse a vincular en la apertura de escenarios múltiples, siempre a la búsqueda de un sentido plural y englobante. Si se quisiera aludir a una temática hablaríamos, a no dudarlo, de lo femenino y de sus transformaciones. Series que derivan en etapas, giros laberínticos y transiciones en los que habrá que hallar las pistas y la clave.
Como nos enseño la textualidad discursiva, la elección de los recorridos corre por cuenta nuestra. Iniciamos en consecuencia una dirección: el desfile. La continuidad de imágenes es atrapante. Charme, refinamiento y lujo sin discusión, aunque algo de inmediato mixtura el sentido y desdice la posibilidad de una lectura unívoca. No hay un solo código, la gracia se ha tornado cifra, el encanto femenino se convierte en mujer-emblema con símbolos inequívocos, israelíes, Arabes y cristianos entre otros. El cuerpo es vestimenta y lo que esta lleva es diseño, ornamento y escritura.
Estas mujeres símbolo no llevan un signo homogéneo, por cierto. Vemos el descubrirse de un busto, un seno que es corsé. No hay cuerpo. Comienza a insinuarse la sospecha de que el aparecer no es el ser (si de este podemos hablar en la ficción) Lo que se muestra de seducción inquietante, quizá encierra un significado que trasciende lo sensible. En el arte de Zulema hay siempre algo mas de lo que se ve. Es lo que ella percibe como núcleo del universo: el alma del mundo, verde, femenina.
En la imagen titulada -Figura I- la mujer exhibe en su pecho, el follaje de un bosque. Aquí nos parece haber llegado a lo esencial; aquella mujer-modelo, aquella femeneidad-maniqui, es ahora si, un cuerpo identificable con la naturaleza. Es la autenticidad mas profunda de Zulema.
Ahora preguntamos ¿quienes asisten a estas transformaciones? Nosotras sin duda alguna, pero no solo. Pronto advertimos la multiplicidad de miradas que adornan una notable diversidad de semblantes femeninos. Otra serie de imágenes son rostro de acentuada individualidad y dispar belleza que ostentan, en ocasiones, un marcado trazo negro; no se trata de un elemento plástico puro sino de una luna que se repite y alterna sus combinatorias delatando un desconocido origen intertextual. Algunos semblantes nos apelan directamente. Así lo evidencia la dirección de la mirada que remite a la nuestra, pero una vez mas surge la sensación de que esas miradas se direccionan y entrecruzan con otras ausentes y presentes mediante un sutil hilo que todo lo envuelve a través de escenas simultaneas y sucesivas en continuidad barroca. No se trata únicamente de un clima psicológico sino de una energética que circula en un espacio a la vez individual y universal. La serie Perfume de mujer produce en la penumbra el encuentro de el y ella..
La anticipada multiplicidad de perspectivas cobra presencia inédita en la visiones del campo – reminiscencia de experiencias infantiles- y en la del invernadero. Se observan originalisimos contrastes de blanco y negro en significativa simplificación. El invernadero, ámbito de combustión y alumbramiento del sentido ofrece ese doblez de enigmática visibilidad.
La oposición de lo campestre y lo urbano (Jardín Botánico de nuestra ciudad) impacta en una muestra que exhibe la heterogeneidad de narrativas y contextos, la conflictualidad de situaciones mundiales ( Occidente y Oriente) y a nivel cosmológico, de lo humano y lo natural que aquí se concilian e identifican. Todo subyuga en el crecimiento de los bosques, el silencio de la llanura y la arboleda y la plasticidad de imágenes femeninas que son y no son lo que aparece. El “Angel” es una de ellas. Su ascesis inteligible, con el cuerpo configurado con ojivas góticas es un ejemplo. Hay otros, descubrirlos es la tarea de la lectura.


Rosa María Ravera
Presidente de la Academia Nacional de Bellas Artes

Catalogo Ministerio de Educacion Malena Babino

Catalogo Ministerio de Educación de La Nación Argentina
Texto: Malena Babino

Pintura argentina contemporánea
Generación del 80
Zulema Maza

Iniciada, primero, en el dominio del grabado y ampliada, luego, hacia el campo de la pintura, escultura y las instalaciones, la obra de Zulema Maza está íntimamente asociada a la naturaleza. En ella es donde el artista fija su mirada y organiza imágenes con las visualiza su idea del mundo, concebida sobre la base un encuentro entre el ojo que descubre “lo visual” y la intimidad de sus propias vivencias, tanto las conscientes como las inconscientes. Las imágenes que aparecen en sus obras –aún cuando en varias oportunidad des nos remiten a representaciones humanas- son imágenes de animales que siempre aparecen en situaciones y relaciones que Zulema establece como analogía con los seres humanos, al tiempo que reflejan situaciones que movilizan el pensamiento dentro del contexto del símbolo y la metáfora. Le interesa reflexionar, así acerca del tema de los comportamientos de las distintas especies vivientes. La obra así creada constituye un acto que modifica, o al menos, inquieta la consciencia del espectador. La actitud creativa no es, para Zulema Maza, un mecanismo de producción de objetos bellos para admirar, sino una experiencia de reflexión y conocimiento que amplía nuestro contacto con la realidad. El espectador, ante sus obras se integra en una particular dimensión espacial y temporal, y la lectura que establezca que las obras no depende solo de los indicios dados por la artista sino, a demás, de las múltiples conjugaciones que este haga de los signos aportados. Los recorridos son libres y por tanto, todos ellos posibles.
Zulema nos muestra con textos en los que plantea ideas complejas y que, a su vez, funcionan como imagen especular de los comportamientos del hombre dentro del escenario social. Aparecen así planteados espacios donde, tanto en sus pinturas y sus instalaciones, dispone marcos de referencia en los que integra figuras de animales. El objeto fabricado por la artista, de manera casi artesanal, produce en serie –la más de las veces en resina poliéster- las imágenes que luego utilizará para armar el relato. La fuerte carga metafórica que emana de los mismos se interna en significados muchas veces vinculados con el plano de lo antropológico.
En el año 1995 su instalación Finito-infinito, realizada en el Museo Nacional de Bellas Artes, giró en torno de varios ejes. Por un lado la reflexión sobre la realidad y su representación quedaba plenamente expuesta en el carácter virtual de la imágenes: la proyección, sobre la pared, de unas gaviotas al acecho reforzaba el nivel de simulacro de una gran cantidad de peces fabricados en resina poliéster dispuestos, tanto en los tres registros horizontales de la pared, como en los círculos delimitados por una estructura metálica de forma cónica. De la misma manera quedaba desenmascarada la idea de naturaleza animal, amenazada y subordinada a un destino inexorable –en éste y los otros casos- en los que aparezca, pero como metáfora de lo humano. El pájaro se come al pez que, al mismo tiempo y inevitablemente quedará atrapado por el hombre, implícito en la presencia de la redes. La lucha pro la vida y la subsistencia, en una concatenación de imágenes que se desarrolla en un tiempo circular.
En otra instalación titulada Galápagos (Centro Cultural Recoleta 1966) la situación se vuelve más compleja. Aparece aquí de una manera más plena que en otras obras, una actitud más comprometida con su propia intimidad. Hay claras referencias que, desde el abordaje de lo femenino, remiten al mundo de los arquetipos y del mito. La serpiente y el galápago inspiran a la artista imágenes que ella cruzará con figuras femeninas aisladas o en pareja y en las que los ritos de fertilidad, los cultos agrarios, la referencia a la relación entre el mundo de los vivos y el mundo de los muertos, al tiempo que la exteriorización de vivencias personales, serán alusiones inevitables. De esta manera, dispone sobre la pared, cuatro relieves inscritos en marcos cuadrados. En uno aparece una figura femenina, de grandes senos y vientre abultado, que la pared central y delante del caparazón de un galápago (indicio de lo “continente”, de lo “protector”) y, a manera de maternidad deificada, constituye el punto focal alrededor del cual surgirá una enmarañada trampa de serpientes, barrocamente organizadas. En otro marco se da la pareja, nuevamente con claras alusiones a la fecundidad, también con galápagos y serpientes, el tema expuesto. Un tercer y cuarto marco de menores dimensiones que los anteriores, contendrá galápagos sobre fondos de estructuras complejas. Por su parte, tres enormes pedestales sirven de base a tres figuras que, a modo de ídolos, se ofrecen para la contemplación sacra. Se trata de figuras que, sintetizando la mujer con el galápago, exhiben esa hierática frontalidad que caracteriza a los ídolos mediterráneos primitivos. Finalmente, otras representaciones de mujer y galápago acentúan el sentido hierofánico de la instalación. La imagen surge aquí como prenda en honor a las fuerzas de la naturaleza, pero también como necesidad de que estas funcionen como protectoras. Este es –posiblemente- el sentido que la fundamenta. Aquí la obra de arte –designación equívoca por demás- es una trama de significaciones que cada espectador combina y traduce mediante operaciones diferentes, peros siempre otorgándole algo de lo cual no puede prescindir: un sentido.

En el año 1996, presenta en la Fundación Banco Patricios una nueva propuesta: Un lugar donde estar, un lugar donde ir.., en el que desarrolla diversas ideas. Gran cantidad de conejos desplazándose en torno a un centro: allí, sobre una tarima, e iluminada por un rayo luminoso que baja desde lo alto, un único conejo mira fijamente al espectador; sobre la pared posterior se proyecta la imagen de un mandala. el blanco que domina toda la instalación provoca una inquietante sensación de freezer y reverencial distanciamiento. En otra parte de la sala aparecen palomas en actitud de acecho –a pesar de la asociación de estas aves con la idea de mansedumbre y sumisión- que obsesivamente se orientan, de igual manera, que en el caso anterior hacia un centro; allí un damero con siete casilleros por lado encierra en cada caseta una paloma. Esta metáfora se desdobla en dos significados: por una parte la separación y el aislamiento, desde una periferia se mira el centro, pero allí se anula la posibilidad de la autodeterminación y cada cual está encasillado donde necesariamente debe de estar y, por la otra, el espacio cerrado del casillero acentúa la imposibilidad de revertir la situación. Sobre una pared de la sala, otra instalación inquieta la conciencia del espectador: Setenta figuras femeninas y masculinas buscan, con acrobáticos movimientos llegar a una eventual menta. Evidentemente existe, en esta y en otras obras de la misma muestra, a la par que un fuerte sentido “cultural” de los objetos, un hilo conductor que los vincula: ¿cómo pensamos el lugar que a cada uno nos pertenece o que cada uno busca como propio?, ¿cuáles son los centros y que periferias estos determinan? La artista establece con estos interrogantes un anclaje evidente con el pensamiento de la posmodernidad.

Lic. María Elena Babino
Historiadora del Arte

Buscar un lugar Jorge Lopez Anaya

Buscar un lugar
Texto: Jorge Lopez Anaya

Un lugar donde estar, un lugar donde ir... (catálogo)
Fundación Banco Patricios 1996

Desde hace algunos años, Zulema Maza, quien obtuvo notable prestigio como artista grabadora, se ha inclinado hacia la instalación.
Con obras de este genero ha figurado en múltiples exposiciones realizadas en el Museo Nacional de Bellas Artes de Buenos Aires, en el centro Cultural Recoleta y el Palais de Glace.
En varia ocasiones, su obra integro muestras en Brasil, Italia, México, París, Washington, etc.
En esta oportunidad presenta, en la Fundación Banco Patricios, una instalación de grandes dimensiones, con el título: Un lugar donde estar, un lugar donde ir. La artista, según sus declaraciones, tematiza una problemática actual: “El desconcierto de los hombres que no saben a donde ir, pues se han perdido los grandes valores que reinan la cultura. La gente está desconcertada, buscan nuevos caminos, nuevas posibilidades.”
Como en las anteriores obras, también en esta ocasión los animales y las aves son protagonistas significativos. un conjunto de liebres blancas, pájaros y palomas, concentran el funcionamiento de la obra. Pero estos “personajes” están ubicados en una “escena”. Actúan según un rol determinado: sesenta liebres (modeladas y vaciadas en resina poliéster) corren hacia todos lados, como huyendo de algo; las palomas, de similar material, reposan en otra zona de la sala, debajo de una protectora estructura metálica iluminada (como en los criaderos). En uno de los muros, un conjunto de hombrecillos desnudos trepan, como en la “montaña humana” de los circos, buscando alcanzar algún destino que parece estar arriba.
Complementan el espacio “escenográfico” una estructura con casilleros geométricos idénticos que albergan a varios pájaros, y dos maquetas de casas blancas. Estos objetos parecen hablar del orden, de la protección de los valores perdidos.
Los medios que Maza emplea en ésta obra son expresamente cool.
Nada muestra procesos interiores, ni situaciones agresivas, ni acciones políticamente significativas. Sin ningún género de reticencias. La artista establece una distancia con el yo, con el universo individual, velando la expresión y el gesto. El tema de la obra de Maza aparenta ser ecológico; así fueron interpretadas muchas veces sus obras “sin embargo, abstraído de su formulación literal el conjunto apunta, con nostalgia “y con esperanza de una lógica nueva” al mundo herido por la amenaza del nihilismo cumplido o del Apocalipsis milenarista. La instalación, en definitiva se refiere a nuestra modernidad tardía – que Lipovesky denominó con acierto “era del vacío” -, un proceso caracterizado por “la cultura sin deber” por el individualismo y el narcisismo, por la derrota de las “religiones seculares” y la violencia hard, por la indiferencia pura y el hedonismo.

Jorge López Anaya
Crítico de arte
Diario La Nación

Arte al Dia Julio Sanchez

Revista Arte al día. Buenos Aires
Texto: Julio Sanchez

Todo Jardín. 2002.Centro Cultural Recoleta de Buenos Aires. Argentina
Museo Rosa Galisteo de Santa Fe. Pcia. de Santa Fe. Argentina.
Complejo Cultural Santa Cruz. Pcia. de Santa Cruz. Argentina

Tres maniquíes con formas de mujeres perfectas, blancas, con lencería erótica y hiedras en la piel, reciben al espectador que visita la exposición de Zulema maza. Un ventilador mueve las hojas verdes que acarician la piel femenina. En muchas obras aparecen mujeres, hay una serie de modelos, una serie de rostros, otra de prostitutas, un vídeo. Todo parece girar en torno a lo femenino.
“Sonrisa de una noche de verano” es una cabeza de yeso con un par de audífonos colocados en los oídos. Pero la conexión no va a un disc man o aun grabador, va al interior de la persona. No se trata de escuchar lo que esta afuera sino lo que esta adentro. Quizás esta sea una obra clave para entrar al mundo de Zulema maza. La artista ha tomado figuras de lo femenino que pueden ser despreciadas por sectores conservadores, las prostitutas; o marginadas por algunos sectores progresistas, las modelos. Ambas figuras son rescatadas por Zulema maza en una especie de redención por el arte. En las figuras de las modelos hay una especie de flor interior que esta dispuesta a abrirse. No importa si es una modelo, una prostituta o lo que sea, siempre hay algo adentro que puede prosperar. En este sentido Zulema es continuadora de una tradición artística en la que se ubican Joseph Beuys o Víctor Grippo, entre otros. Cuando Beuys le susurraba a una liebre muerta (“Como explicarle el arte a una liebre muerta, 1965”), estaba afirmando que ella comprendía mucho mas que muchos seres humanos con su obstinado racionalismo; el alemán se refería a la intuición, tantas veces asesinada por la razón. Grippo presenta la papa como un tubérculo barato y sucio de la tierra, pero sin embargo de ese humilde producto se podía obtener energía, había algo valioso para rescatar. Las modelos y las prostitutas de Maza son como las papas de Grippo o la liebre de Beuys, tiene algo que las redime, si brota. No en vano el nombre de la muestra “Todo jardín reverdecerá”. Hay un vídeo de diez minutos que no se puede obviar. En el, Marisol, una humilde niña de Mar del Sur, habla frente a la cámara de Zulema maza. Cuenta todo, con una verborrea ostentosamente femenina. La niña relata episodios con una naturalidad insuperable: como le van a quedar de grandes los senos cuando crezcan, que no conoció a su papa y que Papa Noel no vino –dijo su abuela- por la situación económica de la devaluación y los saqueos de diciembre de 2001. Todo enumera detrás de una sonrisa sin dolor, ni pudor, ni resentimiento, simplemente contenta. Con el peso de una sabiduría milenaria exclama: “Y que se le va hacer, la vida es así”
Todo parece girar entorno a lo femenino, pero hay algo mas todavía. Detrás de una cuestión de genero, hay una cuestión de sentido. Prostituta, modelo o niña humilde son formas externas de un eterno femenino, un inefable que late en todas las mujeres de todos los tiempos y todas las geográficas, quizás el mismo que escucha la joven de yeso con los audífonos o el que podrían escuchar todas las mujeres si decidieran hacerlo

Julio Sánchez
Critico de Arte
Asociacion Argentina de Criticos de Arte