Todo Jardín. 2002.
Zulema Maza
Centro Cultural Recoleta de Buenos Aires.
Argentina
Museo Rosa
Galisteo de Santa Fe. Pcia. de Santa Fe. Argentina.
Complejo Cultural Santa Cruz. Pcia. de Santa Cruz. Argentina
Revista Arte al día. Buenos Aires
Texto: Julio Sanchez
Tres maniquíes con formas de mujeres
perfectas, blancas, con lencería erótica y hiedras en la piel, reciben al
espectador que visita la exposición de Zulema maza. Un ventilador mueve las
hojas verdes que acarician la piel femenina. En muchas obras aparecen mujeres,
hay una serie de modelos, una serie de rostros, otra de prostitutas, un vídeo.
Todo parece girar en torno a lo femenino.
“Sonrisa de una noche de verano” es una
cabeza de yeso con un par de audífonos colocados en los oídos. Pero la conexión
no va a un disc man o aun grabador, va al interior de la persona. No se trata
de escuchar lo que esta afuera sino lo que esta adentro. Quizás esta sea una
obra clave para entrar al mundo de Zulema maza. La artista ha tomado figuras de
lo femenino que pueden ser despreciadas por sectores conservadores, las
prostitutas; o marginadas por algunos sectores progresistas, las modelos. Ambas
figuras son rescatadas por Zulema maza en una especie de redención por el arte.
En las figuras de las modelos hay una especie de flor interior que esta
dispuesta a abrirse. No importa si es una modelo, una prostituta o lo que sea,
siempre hay algo adentro que puede prosperar. En este sentido Zulema es
continuadora de una tradición artística en la que se ubican Joseph Beuys o
Víctor Grippo, entre otros. Cuando Beuys le susurraba a una liebre muerta
(“Como explicarle el arte a una liebre muerta, 1965”), estaba afirmando que
ella comprendía mucho mas que muchos seres humanos con su obstinado racionalismo;
el alemán se refería a la intuición, tantas veces asesinada por la razón.
Grippo presenta la papa como un tubérculo barato y sucio de la tierra, pero sin
embargo de ese humilde producto se podía obtener energía, había algo valioso
para rescatar. Las modelos y las prostitutas de Maza son como las papas de
Grippo o la liebre de Beuys, tiene algo que las redime, si brota. No en vano el
nombre de la muestra “Todo jardín reverdecerá”. Hay un vídeo de diez minutos
que no se puede obviar. En el, Marisol, una humilde niña de Mar del Sur, habla
frente a la cámara de Zulema maza. Cuenta todo, con una verborrea
ostentosamente femenina. La niña relata episodios con una naturalidad
insuperable: como le van a quedar de grandes los senos cuando crezcan, que no
conoció a su papa y que Papa Noel no vino –dijo su abuela- por la situación
económica de la devaluación y los saqueos de diciembre de 2001. Todo enumera
detrás de una sonrisa sin dolor, ni pudor, ni resentimiento, simplemente
contenta. Con el peso de una sabiduría milenaria exclama: “Y que se le va
hacer, la vida es así”
Todo parece girar entorno a lo femenino,
pero hay algo mas todavía. Detrás de una cuestión de genero, hay una cuestión
de sentido. Prostituta, modelo o niña humilde son formas externas de un eterno
femenino, un inefable que late en todas las mujeres de todos los tiempos y
todas las geográficas, quizás el mismo que escucha la joven de yeso con los
audífonos o el que podrían escuchar todas las mujeres si decidieran hacerlo
Julio Sánchez
Critico
de Arte
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