lunes, 25 de agosto de 2008

La voz imperceptible de la naturaleza
Jacques Leenhardt
Texto catalogo Voz de la naturaleza
Galeria Arte x Arte
Buenos Aires septiembre 2008

Escuchamos aun en nosotros la voz de la naturaleza? Con los medios actuales del arte, puede el arista darnos una imagen de ello? Esta parece ser la pregunta central que nos propone la exposición de Zulema Maza. Apoyándose en las posibilidades actuales de la manipulación de la imagen en la computadora, Zulema nos plantea más que una respuesta, un ejercicio de duda y de interrogación.
Vemos aquí la imagen de una muchacha, Joven I. Una muchacha, dos cuerpos. Un primer cuerpo de belleza melancólica, ojos calmos y profundos, boca apetecible, emergiendo como una aparición de un oscuro plano de fondo. La luz que acaricia su rostro no disturba su paz, nada parece retener su mirada. Por debajo, un segundo cuerpo, vestido de un fino tul de follaje, como un encaje dado por la naturaleza.
Cómo escuchar la voz de la naturaleza?
Exhibiendo esta ligera frondacion como si se tratara de un simple vestido, la imagen oculta el cuerpo, quitándole al cubrirlo su corporeidad, su parte “natural”, prueba que el rostro es reflejo del alma más que del cuerpo. La inquietud que produce esta imagen proviene por lo tanto de la yuxtaposición de dos registros simbólicos contradictorios. Mientras que el vestido se reconoce como una convención social que cubre el cuerpo, aquí la misma naturaleza es la que oculta la naturalidad del cuerpo. Esta frondacion remite al cuerpo como “natural” y al mismo tiempo lo desposee de su inmediatez para envolverlo con una mascara social. Esta es la turbación que yace en la melancolía de la mirada de la muchacha.
No obstante la exposición de Zulema Maza no esta hecha de imágenes solitarias. Las fotografías intervenidas dialogan mutuamente, se completan, se interrogan. Joven tejiendo I nos habla también del vestido que recubre el cuerpo y que tal vez, en el imaginario, a menudo se sustituye. De que manera entonces aprehender
la naturalidad de esta muchacha, como poder escuchar en nosotros, de esta imagen surgir la voz de la naturaleza? Nosotros estamos habituados al conocido mundo femenino del vestuario. Pero contrariamente a la primera imagen, esta no nos habla de la moda en términos de arte. Nos cuenta más bien la historia de la trabajadora eficaz de sonrisa plena que elabora su propia materia natural. Es el relato de la transformación de la naturaleza por el artificio de las agujas y la técnica del tejido. De esta manera las agujas que teje la muchacha podrían hacer pensar por metonimia a la planta del “algodón”. Joven tejiendo II a partir del mismo registro, indica quizás de alguna manera que la fibra natural a través del arte, es llamada a unirse al cuerpo femenino y cubrirlo con un delicado vestido. Pero ahora bien, donde esta esa naturaleza que no aparece sino transformada, cultivada, “artealisada”? Por que sortilegios se nos escapa siempre? La ironía melancólica que experimentan esos rostros de una calma casi resignada ilustra el límite imperceptible entre la mujer, la vestimenta y la naturaleza, como si de este modo construyera ella misma la prisión de donde su cuerpo querría escapar. En la mirada fija e insistente de la Joven tejiendo cerca se opera un desplazamiento. Ya no es más el trabajo el que la absorbe. La muchacha no mira mas su obra, fija su mirada en mí. Esta imagen ya no exalta el poder transformador que a partir de la materia natural, produce la prenda del ropaje. La mediación de la materia natural ha desaparecido. Sus ojos miran hacia mí, espectador de esta desaparición. La melancolía que se lee en los rasgos de esa muchacha nos habla de esta perdida y del triunfo de la artificialidad pura. Quizás no haya más que tejer agujas, cadena y trama, hilos de hierro que encierren desde ahora, y para siempre, los cuerpos amados y sensibles en una carcaza de grillas.
La frontera entre lo vivo y lo artificial, la naturaleza y la técnica se ha tornado tan incierta que se ha convertido en objeto central de la reflexión tanto ética como estética.
Somos absolutamente dependientes de la técnica y de las maquinas que nos permiten vivir, trabajar, soñar. A tal punto que para mostrar la vida en lo que ella tiene de primigenia y de natural, debemos redoblar los signos de su naturalidad. En nuestra cultura lo natural se encuentra obligatoriamente señalado o si se quiere “labellisado” como vital y natural. Ya no existe la evidencia espontánea, todo debe ser subrayado, y por lo tanto de cierta manera artificializado. La barrera que circunda hace el jardín –Cerca-; la ciudad conquistadora que absorbe y transforma, hace la naturaleza.
La fotografía como técnica artística, constituye el medio por excelencia donde la relación problemática entre naturaleza y técnica se muestra y se trabaja. Esta característica de la fotografía tiende a distinguirla de las formas tradicionales del arte de la representación, pintura o dibujo. La fotografía es el trazo luminoso de lo real. Es por eso que en el tiempo que se la denominada aun Heliografía, Fox- Talbot llamo al sol, “el pincel de la naturaleza”. Pero desde su invención, y porque ella era aparentemente verídica, la fotografía ha interesado a los artistas por su capacidad de manipular las imágenes. De esta manera el mundo fotografiado es a su vez verdad y mentira, naturaleza y arte. Zulema Maza explora este margen que es la esencia misma de ese medio, ella ha elegido el soporte más apropiado para desarrollar esa incógnita.

Jacques Leenhardt
Critique d’art .Docteur en sociologie et philosophe.. Directeur d'études à l'École pratique des hautes études en sciences sociales. Directeur de l’Équipe de recherche « Fonctions imaginaires et sociales des arts et des littératures » du CRAL
Zulema Maza: La voz imperceptible de la Naturaleza
por Jacques Leenhardt.

Entendons-nous encore en nous cette voix de la nature ? Avec les moyensactuels de l’art, l’artiste est-il capable d’en donner une image ? Tellesemble être la question abyssale que nous pose l’exposition de ZulemaMaza. En s’appuyant sur les possibilités actuelles de la manipulation surordinateur des images, Zulema nous propose moins une réponse qu’unexercice de doute et d’interrogation.Voici l’image d’une jeune fille, Joven. Une jeune fille, deux corps. Unpremier corps à la beauté mélancolique, yeux calmes et profonds, bouchegourmande, qui émerge telle une apparition d’un obscur arrière-plan. Lalumière qui caresse ce visage ne dérange pas sa tranquillité et rien nesemble retenir son regard. En dessous, un deuxième corps, habillé d’unefine résille de branchages, comme une dentelle donnée par la nature.Comment entendre la voix de la nature ?En posant cette légère frondaison comme s’il s’agissait d’un simplevêtement, l’image occulte largement ce corps, elle lui enlève, enl’habillant, sa corporéité, sa part « naturelle », tant il est vrai que levisage est réputé refléter l’âme plutôt que le corps. Le trouble queproduit cette image provient donc de la juxtaposition de deux registressymboliques contradictoires. Alors que le vêtement est reconnu comme unecontrainte sociale, c’est ici la nature qui occulte la naturalité offertedu corps. Cette frondaison connote le corps comme « naturel » dans lemoment même où elle le dépossède de son immédiateté pour l’envelopper d’unmasque social. C’est ce trouble qui se lit dans la mélancolie du regard dela jeune fille.Toutefois, l’exposition de Zulema Maza n’est pas faite d’imagessolitaires. Les photographies retravaillées se répondent mutuellement, secomplètent, s’interrogent. Joven tejendo I parle également de ce vêtementqui recouvre le corps et qui peut-être, dans l’imaginaire, parfois s’ysubstitue. Comment, dès lors, appréhender la naturalité de cette jeunefemme, comment entendre, de cette image, sortir la voix de la nature ?Nous nous trouvons toujours dans le monde réputé féminin du vêtement. Maiscontrairement à la première, cette image n’en parle pas en des termesd’art de la mode. Elle nous raconte plutôt l’histoire de la bonne ouvrièreau sourire épanoui qui travaille son matériau naturel. C’est le récit dela transformation de la nature par l’artifice des aiguilles et latechnique du tricot. Dès lors ces feuilles que tricote la jeune femmepourraient faire penser, par métonymie, à la plante « coton ». Joventejendo II , qui appartient au même registre, indique en tout casclairement que la fibre naturelle, grâce à l’art, est appelée à rejoindrele corps féminin et à le couvrir d’un délicat vêtement.Mais alors, où est cette nature qui ne nous apparaît que transformée,cultivée, « artialisée » ? Par quels sortilèges nous échappe-t-elletoujours ? L’ironie mélancolique qu’expriment ces visages d’un calmepresque résigné illustre la frontière insaisissable entre la femme, sonvêtement et la nature, comme si celle-ci construisait elle-même la prisond’où son corps voudrait s’échapper.Dans le regard qui me fixe de façon insistante dans Joven tejendo cerca,un déplacement s’est opéré. Ce n’est plus le travail qui absorbe le sujetde l’image. Cette jeune fille ne regarde plus son ouvrage, elle meregarde. L’image n’exalte plus le pouvoir transformateur qui, à partir dela matière naturelle, produit la pièce de vêtement. La médiation de lamatière naturelle a disparu. Ces yeux me regardent, moi, spectateur decette disparition. Et la mélancolie qui se lit sur les traits de cettejeune fille parle de cette perte et du triomphe de la pure artificialité.Peut-être n’y a-t-il plus à tisser que des aiguilles, chaîne et trame, desfils de fer qui enfermeront désormais, et pour toujours, les corps aiméset sensibles dans des carcan des grilles.La frontière entre le vivant et l’artificiel, entre le naturel et letechnique, est devenue si incertaine, qu’elle s’est convertie en un objetcentral de la réflexion éthique aussi bien qu’esthétique. Nous sommesabsolument dépendants des techniques et des machines qui nous font vivre,travailler, rêver. À tel point que lorsque l’on veut montrer la vie dansce qu’elle a de premier et de naturel, il faut redoubler les signes decette naturalité. Dans notre culture, le naturel se trouve obligatoirementmarqué ou si l’on veut labellisé comme naturel et vital. Il n’y a plusd’évidence spontanée, tout doit être souligné et donc en quelque sorteartificialisé. C’est la barrière qui l’entoure qui fait le jardin,(Cerca), la ville conquérante qui l’absorbe et la transforme qui fait lanature.De ce point de vue, la photographie, comme technique artistique, occupeune place centrale. Elle constitue le medium par excellence où le rapportproblématique entre nature et technique se montre et se travaille. Cettecaractéristique de la photographie tient à ce qui la distingue des formestraditionnelles des arts de la représentation, peinture ou dessin. Laphotographie montre la trace physique des phénomènes du monde. Elle est latrace lumineuse du réel. C’est pourquoi, au temps où elle s’appelaitencore héliographie, Fox-Talbot appelait le soleil « le pinceau de lanature ». Mais dès son invention, et parce qu’elle était censémentvéridique, la photographie a intéressé les artistes par sa capacité àmanipuler les images. Ainsi le monde photographié est-il tout à la foisvérité et mensonge, nature et art. Zulema Maza explore cette marge qui estl’essence même de ce medium, elle a choisi le support le plus propre àdérouler ce trouble.

Jacques Leenhardt

Critique d’art .Docteur en sociologie et philosophe.. Directeur d'études à l'École pratique des hautes études en sciences sociales. Directeur de l’Équipe de recherche « Fonctions imaginaires et sociales des arts et des littératures » du CRAL